La revolución industrial, el progreso tecnológico, la producción y el comercio acrecentado y acelerado de los bienes de consumo no podían dejar de incidir en el campo constructivo. En donde se encuentran dos grandes categorías de producción: los tradicionales realizados con las nuevas técnicas, y los completamente nuevos. Esta coexistencia de lo viejo y lo nuevo, es al tiempo causa y efecto de las transformaciones en curso. Así tenemos tendencias orientadas a la recuperación del pasado y de otras puramente futuristas, de la Ecole polytechnique y de la Ecole des Beaux- Arts, de ingenieros y arquitectos.
Por estas dicotomías se considera la totalidad de la realidad tecnológica de la arquitectura desde finales del XVIII y todo el siglo XIX como un fenómeno que se enmarca en el cuadro del eclecticismo historicista.
Ciertamente la arquitectura de la ingeniería es la más distante de los revivals de su época; es la que mejor consigue sustraerse a la repetición pasiva de estilemas historicistas y de las otras aporías en las que incurre obra de los arquitectos, gracias todo ello a su carácter científico y, sin embargo, no del todo inmune a tales aporías.
La arquitectura de la ingeniería es la manifestación más significativa en el campo constructivo de la cultura del siglo XIX y, puesto que no es un fenómeno meramente técnico, marca el paso más claro entre el pasado y el presente de la historia de la arquitectura, sin el cual es impensable el nacimiento del movimiento moderno.
La arquitectura de la ingeniería tiene tres grandes campos de aplicación: el de los puentes de hierro, el de las grandes cubiertas de hierro y cristal, y el de los grandes edificios de pisos con esqueleto metálico.
Las cubiertas de en hierro y cristal no son un esquema definido de una vez para siempre, sino una conformación variable; por eso, pensamos que, sin perder sus valores científicos y técnicos, representa la representación más típica de la arquitectura de la ingeniería del siglo XIX.
Los edificios de pisos de estructura de esqueleto metálico están formados por columnas de fundición y vigas de doble “T”.
Así, pues a diferencias del principio constructivo del edificio de pisos de esqueleto, que nace y permanece como un sistema sin significado, disponible para todos los usos, l sector de las grande cubiertas en hierro y cristal produce tantas formalizaciones como campos a los que se aplica; indudablemente resuelve algunas funciones, pero estas se van haciendo más específicas; además a las propias razones funcionales se asocian otras de tipo representativo, comunicativo y también simbólico.
Cuando las formalizaciones de estos espacios se limitan a la cubrición y a la estructura interior, manteniendo inalterado, en términos estilísticos tradicionales, su cerramiento externo, nos encontramos ante manifestaciones meramente técnicas, una convivencia entre la ingeniería y arquitectura ecléctica. Cuando por el contrario la formalización estructural interna se pone de manifiesto francamente también al exterior, ya no se puede hablar de arquitectura e ingeniería, sino simplemente de arquitectura que ha hacho propias algunas modalidades de la ciencia y de la técnica de las construcciones.
En la arquitectura de la ingeniería hay más de un aspecto del eclecticismo historicista que se justifica y tiene el valor de una atenta acción crítica orientada a resolver, con la crisis de la arquitectura, la de toda la sociedad industrial. Además de esto, al reconocer esta doble crisis, la cultura arquitectónica parece abandonar momentáneamente la ambición por las grandes obras y la relativa a la intervención en la gran ciudad, situando de nuevo la discusión en un sector aparentemente más modesto.
Las poéticas del eclecticismo historicista
Como fundamento de los principales revivals arquitectónicos, desarrollados en la segunda mitad del siglo XVIII y durante todo el siglo siguiente, se encuentran la historiografía y la teorización, originadas de varias formas, de algunos estilos del arte del pasado.
El neoclasicismo, es la primera encarnación arquitectónica y artística del Iluminismo. Se afirma como reacción barroco, relectura crítica de la tratadística antigua, consecuencia inmediata de las campañas arqueológicas, operación generada por la historiografía del arte antiguo.
El neogótico aunque sea con un tratamiento negativo, refleja los nuevos tiempos y presenta sus aspectos más significativos en las propuestas derivadas de la crítica a la sociedad industrial. También el neogótico en su país de origen, Inglaterra, muestra una continuidad con la tradición, puesto que algunas formas medievales perduraron hasta el siglo XIX, y sobrevivió a dominaste clasicismo palladiano.
El Crystal Palace
Edificio que albergó la primera Exposición Universal, celebrada en Londres en 1851, el Crystal Palace se considera como una obra paradigmática, puesto que constituye uno de los primeros ejemplos en que la estructura constructiva asume plenamente un valor arquitectónico; por que introduce una nueva tipología edificatoria, la de las grandes instalaciones para exposiciones, que responde por otra parte a la demanda de una arquitectura como medio de comunicación de masas, porque está construido con principios de modulación y repetición, aspectos que lo erigen como modelo para la producción posterior. Al mismo tiempo, es una obra emblemática, bien sea en el sentido de que, a pesar del lenguaje innovador, refleja el lenguaje, el código de la época, el eclecticismo histórico, o en e sentido de que simboliza exactamente la historicidad de su tiempo: la revolución industrial, las condiciones socioeconómicas de la Inglaterra victoriana y la confianza de las magníficas relaciones y procesos de la humanidad, típica del mundo decimonónico.
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